Serie de preguntas sobre discernimiento: ¿Cómo saber que uno tiene vocación franciscana?

Sister JulieAnn Sheahan

April 15, 2024

La Hermana Franciscana de la Caridad Cristiana Hna. Marie-Kolbe Zamora responde a una pregunta de discernimiento planteada por una joven adulta católica. La Hermana sirve actualmente al Papa Francisco en la Secretaría General del Sínodo. Ella es originaria de Houston y entró en nuestra Comunidad Franciscana de la Parroquia del Santo Rosario.

“El que esta oficina pertenezca personalmente al Papa Francisco es la única motivación por la que presenté la oportunidad a la Administración General de la FSCC cuando el Cardenal Grech se puso en contacto conmigo inicialmente sobre este trabajo. Tenemos una frase en nuestras constituciones en la que reconocemos al Santo Padre como la máxima autoridad de nuestra congregación. Esta frase es la que me movió a saber que no podía ocultar esta oportunidad, ni podía decir “no” si llegaba a materializarse. Mi servicio es, de hecho, al Papa Francisco. Beneficia a todo tipo de personas y quizá a la Iglesia en su totalidad, pero es al Papa Francisco”.

¿Cómo saber que uno tiene vocación franciscana? ¿Qué es lo que hace que esa llamada sea singular?

Francisco era una persona muy concreta del Evangelio. Teniendo esto en cuenta, me parece que la mejor respuesta a la primera pregunta es: no sabrás si tienes vocación franciscana hasta que “vengas y veas”. Tal vez el interés de una persona por una comunidad franciscana sea la primera semilla de una vocación franciscana, pero la mejor manera de discernirlo es tomar la decisión concreta de “venir y ver”. Además, no me parece que uno llegue a ser completamente consciente de que tiene una vocación “franciscana”. Es una conciencia que va creciendo.

El comienzo de mi propia conciencia de una vocación franciscana fue la gracia que Dios me dio de priorizar las relaciones sobre las posiciones eclesiales / doctrinales justas. Francisco deseaba la comunión con sus hermanos y manifestó este deseo permaneciendo “pequeño” (“menor”) para que en su persona fuera un lugar de acogida para todos. Al mismo tiempo, Francisco se entendía a sí mismo como un hombre completamente católico, enraizado en el Evangelio que se predicaba en la Iglesia, y enraizado en el amor de Jesús hecho visible en la Eucaristía. En la vocación franciscana, la comunión fraterna es una experiencia eclesial. Somos conscientes de haber sido consagrados discípulos del Señor Jesús en nuestro bautismo y alimentados cada día en la Eucaristía para vivir fielmente como discípulos suyos.

El deseo de Francisco de permanecer “pequeño” es clave no sólo para su deseo de comunión: también le abre la puerta a su deseo de encontrar al Señor Jesús en los pobres, de SER pobre con el Señor Jesús. Una vocación franciscana se fascina con la pobreza de Jesús y cómo nuestra propia pobreza (que existe a tantos niveles tanto en nosotros mismos como fuera de nosotros) sigue siendo el lugar privilegiado donde hoy nos encontramos con Él. En 2024, una vocación franciscana deseará acompañar a los que están en las periferias de la Iglesia y de la sociedad y, por tanto, no tienen voz. En 2024, una vocación franciscana deseará también encontrar caminos para manifestar la comunión con el ambiente, nuestra casa común, acogiendo a cada criatura como una señal del amor y de la providencia del Padre.

 

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